16 de abril de 2016

Diario Nóos: La traca valenciana también era esto

Y Valladolid se coló en el mapa valenciano. Las agallas, los tacones, las californianas y la eterna sonrisa llegaban poquito antes de las nueve a Son Rossinyol. Como siempre, con el tiempo justo pero suficiente para atender a la prensa. Lo peor, pensó, había pasado el día anterior y ella ya está acostumbrada a "las campañas de desprestigio". Su nombre, aunque no el de Manos Limpias, había conseguido mantener el problema a cierta distancia. Con suerte, el Francisco Camps al que estamos hechos le haría el favor de desplazar definitivamente la peste.
Pero lo que no sabía Virginia López Negrete era que después de su desayuno con vistas al mar, todo iba a ir cuesta abajo. Miguel Bernad, su cliente, el mandamás y alma mater de Manos Limpias, las pasaba canutas porque unos agentes de la UDEF le pintaban en la cara la duda de la extorsión. Lo que no sabía Negrete, aún a esa hora, era que la defensa de la Infanta -a través del explosivo Pau Molins-le iba a arrojar a la cara todas las miguitas de pan que durante el juicio oral habían ido dejando por el camino: que la extorsión no se queda en Madrid, sino que se hizo carne en Palma. Molins, que ayer parecía el escogido para estrellarse en pro del infantismo, soltó la bomba y proclamó a los cuatro vientos que Manos Limpias le propuso pagar "una cantidad desorbitada de dinero", a cambio de retirar la acusación sobre Cristina de Borbón. Una vez activado el aspersor de mierda, los pasillos del juzgado improvisado (la EPAB) durante los recesos parecían un sketch de Benny Hill. Periodistas para arriba y para abajo, abogados quemando el móvil, conversaciones de esquina. "¿Y Virginia? ¿dónde está Virginia?". La letrada se hacía fuerte dentro de la sala, sin querer salir a pesar de los compromisos que tenía con algunos periodistas. Consciente de la gravedad del asunto y de que su castillito, construído a base de tesón durante los años de instrucción y durante este juicio oral, cincelado gracias al juez Castro y los medios de comunicación se podía venir abajo. Que, ahora, desmarcarse de Manos Limpias se antojaba bien complicado, que su presa iba a conseguir salirse del punto de mira. Que la Infanta Cristina podría dejar vacío el banquillo de acusados, no gracias a la Fiscalía, a Hacienda ni a su (a veces torpe) defensa, sino por un gol en propia puerta. Y, como pollo sin cabeza, buscaba consejo (de algún periodista/amigo, incluso) e intentaba el imposible: la empatía de un tribunal que ya ha demostrado sobradamente que si algo le caracteriza, de momento, es su distancia, frialdad e imparcialidad. 
A tres minutos del fin del receso algunos pudimos sacar en claro algunas cosas: que si hubo intento de extorsión a la Infanta Cristina no se puso en conocimiento de la Fiscalía balear, lo que deja la historia en el tejado de la Audiencia Nacional. Que lo de que 'lo que haga tu mano izquierda, no lo sepa la derecha' se ejecuta a la perfección en el equipo de defensa de la Infanta y que, desde ya, López Negrete no depende de sí misma. 
Al final de la jornada, la letrada tiró del 'dientes, dientes' (sabe que no hay nada peor que mostrarle debilidad al enemigo) y quiso advertir de que ella va a "llegar hasta el final" en este juicio y que no va a "permitir que la Infanta se vaya de rositas". Pero sabe que está vendida. Aunque no lo diga, aunque aún se permita el lujo de brindar en su balcón frente al mar. 

A todo esto, mientras, a algún lugar de Ginebra llegó un ramo de flores inesperado. Habrá que recordarle a su dueña que, cortadas, duran más bien poco. 

Mientras tanto, Camps

Qué pena, porque mira que da juego este hombre. De no haber sido por Manos Limpias, lo de Francisco Camps ayer era un caramelo periodístico. El expresident de la Generalitat se puso el traje de luces y toreó. 
La fiscal Ana Lamas estuvo soberbia, sin dejarse arrinconar por el político (lo será siempre), dejando en evidencia que aunque iba de testigo (y obligado, por tanto, a decir la verdad), su relato era poco creíble. En resumen, que no sabía en calidad de qué acudía Iñaki Urdangarin a Valencia. Por no conocer, aseguró no tener nada que ver con las ediciones Valencia Summit, y eso que el dinero de sus valencianos se fueron en tres ediciones del mismo y que él mismo participó en dos de ellas. "Ya, claro", apostillaba Lamas.
Camps se refería al Caso Nóos constantemente como "el lío este". Subestimando los más de tres millones de euros que ese lío se perdieron por el camino. Obviando que un buen puñado de subalternos están en el banquillo por ese lío. No le preocupaba a Camps los contratos firmados con el Instituto Nóos, del que no escuchó hablar, porque su comunidad era entonces lo más. "Todo lo que pasaba en Valencia entonces tenía una gran repercusión", porque ustedes no lo saben y yo tampoco pero el centro del universo estaba allí. Sin exagerar, oiga. Tanto es así, que el hecho de que el duque de Palma (entonces), yerno del Rey de España (entonces), medallista olímpico y miembro del COE, era uno más: "Personalidades como la del Señor Urdangarin recibía a centenares".  De nada ha servido que la trama valenciana del caso, en bloque, haya intentado defender que los proyectos de Nóos se consideraron poco menos que vitales para la proyección de turismo y deporte en la Comunidad Valenciana.
A Francisco Camps, sin embargo, sí le interesaba destacar algo. Los Juegos Europeos. Bueno, los 'no Juegos Europeos', que nunca se celebraron. ¿Cómo es posible que ese evento SÍ lo recordara el expresident? ¿por qué tanta importancia?. No fue por la carta que el presidente del COE le envió y se empeñó en leer. Fue porque le venía bien para tirar el dardo a otro expresidente, Alberto Ruiz-Gallardón. Para el valenciano, los Juegos Europeos no se celebraron no por culpa de los dos millones de euros en facturas injustificables de Nóos. No. No se celebraron porque Madrid no quiso, porque Gallardón se empeñó en intentar en tres ocasiones sin éxito la sede olímpica "y nadie dice nada". Y ellos, como buenos hermanos, les dejaron "por patriotismo, por españolidad". 
Dos orejas, rabo y vuelta al ruedo.


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