13 de abril de 2016

Diario Nóos. La sombra de Rita

No está en su mejor momento. Hace tiempo, tal vez, Barberá se habría parado ante los periodistas, habrá tirado de requiebro, de voz grave, cazallera y de pronunciación ininteligible. De ese punto espontáneo que hoy ni siquiera el fiscal Pedro Horrach ha podido negarle. Pero Rita ya no es ni la sombra de lo que un día fue.
La exalcaldesa ha llegado arrastrando marca, abrigo, bolso y pañuelo (¿de Hermès?). Torpe, lenta, cansada. Sola.
No se esperaban sorpresas en la sala de vistas (la orquesta valenciana ha ensayado el pasodoble y lo está ejecutando a la perfección), pero sí unas palabrillas 'made in Rita' ante los micrófonos. Un caloret faller, un qué se yo. Cero. No está el horno para bollos.
Barberá ha vuelto a declarar lo que en su día le dijo al juez José Castro. Tal vez eso revisaba en la sala reservada a los testigos, su declaración punto por punto. O a lo mejor le echaba un vistazo a los otros asuntos Taulescos que tiene en ciernes, vaya usted a saber.
Ya en la sala Barberá ha comenzado irreconocible. Nerviosa, apurada, toqueteando el bolso, ahora abierto, ahora cerrado. Ha pedido agua. Ni con un largo trago ha conseguido vocalizar en condiciones. Su primera frase ha sido un retrato: Grau y ella han roto. Del todo. Antes amigos, colegas, compañeros. Ahora no "por razones que no vienen al caso". Y para escenificar la ruptura, una piedra en el tejado del más vulnerable, del acusado Alfonso Grau en quien Barberá descarga las responsabilidades de contratación del Instituto Nóos de Iñaki Urdangarin con el consistorio valenciano.
A pesar de que despachaba con el vicealcalde frecuentemente, Rita Barberá ha vendido su moto de desconocimiento total de las condiciones y precio, por ejemplo, de los Juegos Europeos. Básicamente que ella "nunca he dado una sola instrucción, una sola orden, una recomendación o una firma" para contratar  con Nóos, pero sí ha querido remarcar que la sociedad del exduque y el socio se vendía como un Instituto sin ánimo de lucro capitaneada por un hombre, Urdangarin, con prestigio deportivo y fuertes vínculos con entidades deportivas. Pero a pesar de ese interés en que se tratara de una sociedad de ese tipo, sorprende todavía más que no tuvieran en cuenta si, a la postre, esos ánimos resultaron o no de lucro: "no era mi misión" , sentenció Rita Barberá.
Tampoco habló con el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, de estas actividades "positivas" para Valencia presentadas por Iñaki Urdangarin y Diego Torres, o al menos "no formalmente". 

Las reuniones con Urdangarin y Torres

Rita Barberá ha perdido la memoria. No reconoce cartas firmadas ni mails pidiendo un cable para Nóos "entraban a centenares todos los días", pero sí afirma que se reunió en su despacho con Iñaki Urdangarin y Diego Torres. Lo hizo, no motu proprio, sino porque se lo pidió alguien tan respetable como el ya fallecido Juan Alfonso Samaranch.  Tomó la palabra el exduque quien "habló de hacer unas jornadas en Valencia, pero tampoco concretó nada. Eran ideas y había que estructurarlo". 
No sería la única reunión. Hubo una comida en el Restaurante Albacar en la que el entrante fueron los Juegos Europeos. A esta comida Rita fue convocada y acudió por compromiso, "por cortesía" como alcaldesa de Valencia que era.
Pero no hubo reunión en Zarzuela, no con Torres y Urdangarin en la misma ecuación. De eso sí se acuerda Barberá que se desentendió de Nóos, de la Fundación Valencia Convention Bureau y de CACSA en lo relativo al Instituto, a pesar de que Grau le llevara los papeles al mismísimo despacho. Eso no era de su competencia y ha llovido tanto desde entonces que no puede o no quiere recordar "es mucho tiempo y mucha vida", lamentó Rita.
Y se marchó. No salió del edificio hasta que se aseguró de que el taxi le esperaba ya en la puerta. No es nueva. Su colgante, un trébol de cuatro hojas, brillaba revelando el oro bueno del que está formado bajo el sol de Palma.Invocando a la buena suerte, Barberá de momento ha conseguido ver los toros desde la barrera. Por ahora, tiene al más poderoso de la cuadrilla siguiendo la faena en el callejón. De Nóos se ha librado, pero habrá que ver si tanto pitufeo no termina por llevar a la otrora socarrona y vivaracha alcaldesa al desolladero.


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