14 de abril de 2016

Diario Nóos: órdago a grande

Había que tener la misma cara que valor en la época de derroche valenciano, tanto para pedir como para no dar. Y ambas cosas tuvieron sus consecuencias. Este miércoles declaraba la ex subsecretaria de Presidencia del Consell, Isabel Villalonga, y dejaba claro, con su "voz fuerte" y de fumadora empedernida, que gasta un buen par de agallas. Su actuación se enmarca en los fallidos Juegos Europeos. Uno de los proyectos que Urdangarin y Torres querían llevar a cabo en la Comunidad Valenciana, para los que estaba previsto una partida de 6 millones de euros. Un filón. El chollo se frustra porque aquí, en contra de lo que había ocurrido con los Valencia Summit, los socios se toparon con tres mujeres que dijeron tararí a las facturas que el Instituto Nóos quería colar. Esas facturas, que llegaron por mensajería en unas cajas, casi todas de golpe, "no tenían soporte documental". Vamos, que no había por donde cogerlas. Si pretendían cobrar casi 400.000 euros por un estudio de disciplinas deportivas y honorarios de especialistas, no aportaban ni documentación del estudio en cuestión ni tampoco soporte alguno de los asistentes (como en el caso de las 24 facturas que quiso colar una de las marcas de Nóos, Shiriaimasu). Y así una tras otra, hasta el punto que de tres millones de euros en facturas, Villalonga le dio boleto a casi medio centenar, de tal modo que únicamente se les abonó 382.203 euros. 'Únicamente' es un decir, no olvidemos que fue un proyecto frustrado.
Villalonga sabía que el cumplimiento de su trabajo y su rechazo a las facturas que no tenían ni pies ni cabeza, iba a acarrear consecuencias y por eso se cubrió la espalda. "No es muy normal rechazar dos millones de euros. Como sabía que me iban a preguntar me hice un guión" apuntando las justificaciones del rechazo a las facturas: "es que dirían 'o esta se ha vuelto loca' o me cortan la cabeza". Y así fue. Su superior, el entonces vicepresidente  Víctor Campos levantó el teléfono rojo "me preguntó qué problema había con la facturación del Instituto Nóos, yo le conté y él me dijo 'pues vale'". Dieron en hueso.

Rambla y su fascinación por el duque

El exvicepresidente de la Generalitat llegó enfundado en los impecables trajes azules que tanto se llevan en el bloque valenciano del Caso Nóos. Vicente Rambla se reunió en dos ocasiones con Urdangarin y Torres. La primera, el 30 noviembre de 2007, en un hotel de Castellón. Ahí, el vicepresidente de una comunidad autónoma sufrió la fascinación que produce el entorno Real en algunos. Rambla no recordaba muchas cosas de la conversación (a pesar de que tenía que ver con su puesto y la región a la que representaba), pero sí muy vívidamente llamó la atención fue "que el Señor Urdangarin llegó conduciendo el coche" y él pensaba que tendría chófer. "Tenía sentido que se hablara de los Juegos Europeos", pero eso no lo recuerda. Sí sabe que si esa reunión existió, no fue por su iniciativa. Sí lo fue, pero del Ayuntamiento de Valencia, concertar un segundo encuentro. En esta ocasión, unos meses más tarde, en la famosa comida en la que también estuvo la exalcaldesa, Rita Barberá. En esta comida se trataron "diferentes temas" pero "lo más notable de la comida fue la presencia de un miembro de la Casa Real" de quien pensaba, incluso, "que era miembro del COI".
Siguiendo estas premisas, cualquiera podría llegar a la conclusión de que el "Señor Urdangarin" acudía a esas reuniones con el aura de la realeza a cuestas y que ese era el motivo de que las puertas y las ventanas de los organismos valencianos se abrieran de par en par. Pues no. Vicente Rambla no podía salirse del guión marcado y así, a pesar de que todos sus argumentos delataban lo contrario, aseveró que el exduque "venía como consultor", no como miembro de la Casa Real.
Y como las mentiras tiene las mentiras muy cortas, un chimpún de Rambla explicando por qué nadie se preguntó en calidad de qué estaba allí Urdangarin. No hacía falta "Era un miembro de la Familia Real. No necesitaban apelativos". Y punto.





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